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Mostrando las entradas de noviembre, 2014
Praga en llamas
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La ciudad arde y en ella yo y padre. Todos me persiguen, clavan el cuchillo en mi frente, lo hunden una y otra vez. Mis verdugos saben quién soy, lo que hago, a dónde voy. Pero yo sólo proyecto sombras con mis manos en los muros, me enamoro perdidamente y voy a la oficina a reírme con mis amigos de las fantasías que escribo y que Max prenderá en llamas antes que nos lleven a todos. Ya no me importa que me vean como gusano, insecto, monstruo. Hace mucho no soy Kakfa; soy tú, vos, usted. La mutación no espera .
Sísifo
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La condena de los dioses es su roca, nunca llegará a la meta, no hay ninguna, inútil viaje sin destino. Lo irremediable Sísifo: La roca es el absurdo. Extranjero, ausente de la tierra prometida. Sigue intentando, empuja la roca, las manos sangran su peso asfixia el cuerpo explota. Sísifo renuncia a toda explicación, vuelve a subir con la roca a cuestas. Tras mucho trasegar se rebela, iluminado comprende el sinsentido; atraca en los muelles de su Argelia amada, sabe que su esfuerzo es capaz de llenar el corazón de un hombre.
Las palabras olvidadas
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Para mi madre Las palabras olvidadas En el silencio las palabras empiezan a caer, como vidrios rotos suenan en mis tímpanos. Son explosiones del pasado que llegan ininterrumpidamente y sin aviso. Desde algún lugar trato de recordarlas pero su demencia es irrevocable. Trato de recoger sus pedazos, las muerdo, las repito buscando asentarlas, pero corren y se escapan, no tienen tiempo de quedarse. Sólo rebotan y se pierden, ya no me pertenecen aunque me ronden y me embriaguen. Las revivo entre libros muertos una vez, de vez en cuando las ya tan olvidadas palabras, como ecos inanimados, me asechan y me hacen creer que alguna vez en otro tiempo eran palabras importantes. Pero ya no hay más trompos ni compases para medir su ángulo, ni más barcos de papel de cuaderno; ni siquiera la cometa de los domingos o el color lila de la mañana. Menos los panes de trigo,